Si os habéis pasado recientemente por alguna librería, fijo que os habéis topado con lo que aparece en la imagen de ahí arriba. Son unos libritos pequeños con portadas muy llamativas en relieve, con algunos detalles en colores metalizados. También es posible que los hayáis visto anunciados en redes sociales, donde algunos influencers los han estado publicitando este verano.

En mi caso los vi allá por mayo y… tengo que reconocer que me los pillé todos a la vez en cuanto los vi. Sí, del tirón. No sólo por las portadas, (que hay que reconocer que son una preciosidad), sino también por al menos dos razones más. De las que yo soy consciente, claro.

El primer motivo es que me sonaba haber leído por algún sitio que esta edición de Blackwater estaba pensada para que cada libro saliera quince días después del anterior, con lo que el verlos todos juntos hizo que se me dispararan las alarmas. Y es que tenía reciente en la memoria el caso de las Novelas Secretas del Cosmere. La primera novela (Trenza del Mar Esmeralda) desapareció completamente de las estanterías de mi librería habitual al poco de hacerme con ella… y me asaltó el pensamiento de que podría pasar lo mismo con estos libros. ¿Y si para cuando me decidía a comprarlos resultaba que se habían agotado el segundo, o el cuarto? Nada, nada, ya que tenía toda la colección completa ahí, en ese mismo momento, ¡al arrample!

Y la segunda justificación fue el formato, ni más ni menos. Unos libritos tan pequeños y manejables iban a ser comodísimos de llevar a la piscina o a donde fuera. Una gran alternativa a esos tochacos tipo Fuego y Sangre, cuyas 800 páginas en tapa dura te desbordan ellos solos la bolsa de las toallas.

Una bolsa de toallas sobre las que están los libros Fuego y Sangre de George RR. Martin y el primer tomo de Blackwater. Se aprecia que el primero es mucho más estorbo que el segundo.
Y no lo digo por decir, no…

«Un momento», diréis algunos, «pero ¿no los compraste por el argumento?»

Muy observadores, sí señor. Me da un poco vergüenza reconocer que efectivamente, en el momento del arrample no tenía absolutamente ni idea de qué iba esta saga. Ni siquiera sabía quién era el autor. Creo que mi proceso mental fue «Portadas bonitas – Colección Completa YA – libritos manejeros – etiqueta de narrativa-terror» y p’alante. Algo muy raro en mi yo de estos tiempos, que sólo compro después de haber visto recomendaciones o reseñas.

Supongo que hay ahí material de estudio para los mercadotécnicos de la sala. 🤔

Y… ¿qué tal están?

Para los que no quieren acudir a la página de Blackie Books para leerse la sinopsis, los libros siguen la historia de los Caskey, una familia de potentados en un pueblo de Alabama, desde 1919 hasta 1970. Y si menciono que las obras más conocidas por aquí de su autor, Michael McDowell, son los guiones de Beetlejuice y Pesadilla antes de Navidad, igual se puede ir adivinando con qué ingrediente extra se adereza un relato que, de otra manera, no dejaría de ser un Falcon Crest o Dinastía de época.

Sin embargo, como me comentaba también el maese Kung en Instagram, no es tan sencillo encuadrar Blackwater en un género concreto, sobre todo al principio. Las primeras entregas me hacían suponer que era costumbrismo mezclado con horror lovecraftiano, pero según avanzaba la saga iba concluyendo que tiene más puntos en común con el realismo mágico. Pero ya sabéis cómo son las etiquetas. Seguramente le pegan todas estas a la vez.

Y… a partir de aquí, creo que puede haber algún spoiler, aunque no explícito. Si queréis evitarlos, podéis saltar directamente al encabezado «Concluyendo, que es gerundio«

En GoodReads he ido anotando lo que iba pensando de cada libro tras acabármelo. Lo que comienza de una manera prometedora, me hace pensar que se confirma en el segundo tomo la dirección en la que parece avanzar la trama. Pero en la tercera parte se presenta un nuevo elemento sobrenatural de naturaleza diferente que me deja un poco descolocado. Para la cuarta entrega ya me estaba oliendo que el relato no iba hacia donde había supuesto al principio, cosa que ya veo confirmada en el quinto volumen. Y lo que escribo sobre el último libro creo que refleja bastante bien mis sensaciones al acabar el viaje.

Cuando me he puesto a pensar sobre el por qué de esas sensaciones, lo primero que me ha venido a la cabeza son mis propias expectativas. Viniendo como vengo del rol, de los relatos e historias del universo de Cthulhu, y habiendo creído identificar ese Rastro (juego de palabras intencionado) al principio de la historia, pensaba que los misterios iban a acabar de otra manera. Quizás que algún pariente se pusiera a investigar un poco, por ejemplo. O que la propia protagonista ahondara un poco más en la cuestión. Desde luego no hacía falta que la cosa llegara a oídos de alguna agencia gubernamental o que de pronto todo estalle y se convierta en un caos… pero no sé, me hubiera gustado que hubiera algún detalle más de por qué las cosas son así o de dónde vienen, en lugar de acabar sabiendo lo mismo que al principio.

Un señor calvo y con perilla, trajeado y con reloj de pulsera, pensativo con un libro en la mano. De fondo, interrogaciones y cálculos respecto a libros.
«Expectativas de un lector cincuentón, calvo y con perilla», según la IA. A ver si me está diciendo subrepticiamente que tengo que empezar a vestir acorde con cierta edad…

Sin embargo, tras darle un par de vueltas no estoy del todo convencido de que la culpa haya sido exclusivamente mía. Es más, me atrevería a decir que es el propio autor el que cambia de opinión sobre cómo tratar los misterios centrales de la historia. Esto lo noté más o menos hacia la mitad de la trama, cuando me extrañó que uno de los tomos se centrara casi exclusivamente en los sucesos más mundanos, olvidándose de lo sobrenatural hasta que casi se había acabado el libro. Y desde ese momento hasta el final parece que Lo Oculto irrumpe en la narración de formas mucho más forzadas y «porque sí» que hasta entonces.

Podría ser que en ese punto el autor descubriera que le molaba más la faceta culebronesca del relato. Que disfrutaba más con las relaciones entre los personajes y lo que les ocurría en «la normalidad», y que iba a dejar los enigmas tan inexplicados como al principio.

Podría ser. O también que todo esto no son más que percepciones exclusivamente mías, y que todo estaba pensado para ser así desde el principio. Quién sabe. 🤷🏻

Concluyendo, que es gerundio

Algunos medios califican la saga Blackwater como uno de los fenómenos del año, y no me extraña. Más allá de la ingente promoción en las propias librerías o en redes sociales, tiene todos los ingredientes para que los libros se devoren en un pispás. Una prosa sencilla, una trama interesante de culebrón familiar en un ambiente de principios y mitad de siglo XX (al estilo de tantísimas telenovelas de hoy en día), y unas cuantas dosis de misterio sobrenatural, que no de terror. Una combinación perfecta para darle caña durante el verano.

Sin embargo, el regusto que me deja es el que mencionaba al reseñar el último libro en Goodreads. No puedo decir que haya sido un mal viaje, para nada. Sin embargo, sabiendo ahora cuál es el desenlace, no tengo nada claro que se lo hubiera recomendado al Erekíbeon del pasado.

Ya me contaréis vuestras impresiones. 😉

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