Mientras hacía «labor de campo» para la entrada anterior de los monstruos mitológicos me vinieron a la cabeza algunos libros que hicieron furor durante mi infancia, que versaban también sobre este tema. Recordaba que la editorial era Plesa, pero no recordaba mucho más… hasta que encontré el Proyecto «Para que no se olviden», un sitio dedicado a dejar disponible para las generaciones venideras algunos de aquellos libros míticos.
Y aunque iba buscando éstos en concreto:
también encontré otros que devoré con pasión durante los recreos del cole y que no recordaba que eran de Plesa, como por ejemplo éstos:
En aquella época echaban en la única cadena de la tele Érase una vez… el espacio y Ulises 31, y, francamente, no me puedo imaginar el Traveller con una estética distinta de ésta.
Por cierto, si podéis echadle un vistazo al de Ciudades Futuras. En el apartado «Computadoras en el hogar» no podréis evitar una sonrisa con los «ristos», pero fliparéis cuando veáis la predicción de la impresora 3D…
Pero bueno, me desvío. Como anunciaba en el título, esta excursión por el pasado me ha servido para dos cosas.
Un recuerdo: El gusano de Lambton
La primera, recuperar el recuerdo que tenía de la leyenda del gusano de Lambton. Un relato de un matadragones muy interesante por las características del bicho (una serpiente gigante que se regenera), por la astucia del joven Lambton, aconsejado por una bruja, y por la impresionante ilustración llena de sangre y pinchos que le acompañaba en el libro de Monstruos.
Muy propio para introducirlo en una campaña de Pendragón, ¿eh? Pues cuando investigas un poco la cosa sigue mejorando: el libro se deja en el tintero lo de la maldición.
Al parecer la bruja hizo algo más que soplarle cuál era el truco. También le dijo que tendría que matar al primer ser vivo que viera inmediatamente después de matar al dragón, o de lo contrario su descendencia durante nueve generaciones jamás moriría plácidamente en la cama. Esto son maldiciones como Ricard Ibáñez manda, y no las de D&D 😛
Al bueno de John Lambton se le ocurrió una inteligente forma de cumplir con el requisito: quedó con su padre en que haría sonar tres veces un cuerno tras matar al dragón, y entonces el viejo soltaría a uno de sus perros para que fuera a saludarlo. De esa forma el chucho sería un seguro que evitaría que el primer ser vivo fuera una persona, por ejemplo.
Sin embargo, ay, las cosas no salieron como habían planeado. El padre, consumido por la preocupación, se olvidó de todo cuando por fin escuchó el cuerno y salió corriendo loco de alegría a felicitar a su hijo. Y claro, John no tuvo los arrestos de matar a su padre cuando lo vio venir. Así que fingieron que el primero había sido el perro, lo mataron y no dijeron nada a nadie.
Por supuesto, no se puede engañar a una maldición. Al menos tres generaciones de Lambtons murieron en accidentes, ahogados o asesinados.
Ah sí, me quedaba la segunda cosa para la que me ha servido este viaje:
Una reflexión: los blogs son permanentes
No sé si os habéis fijado en la fecha de la última actualización del proyecto: 2007. Es decir, he descubierto este sitio con ¡cinco años! de retraso.
Últimamente estoy leyendo mucho eso de que estáis pensando cerrar definitivamente vuestros blogs, que es mucho más fácil comentar las cosas más brevemente por G+, Twitter o Facebook. Sin embargo, dentro de cinco años ¿seré capaz de llegar a esas conversaciones, tuits o actualizaciones de Facebook de forma tan sencilla como he llegado yo a este proyecto? Y, lo más importante… ¿me interesará buscarlos?
Lo dudo mucho 😛 En cambio, en un blog dejáis ideas completas, desarrolladas y mucho más elaboradas. Y si encima tratáis de que sean útiles para los demás, como decía el otro día el maestro Calaboso, pues alguien acabará aprovechándolas y empleándolas… o, como mínimo, dando palmas con las orejas por haber descubierto tu blog y flipando con todo lo que aportas en él.
Aunque sea dentro de cinco años… o de cincuenta. ¿Quién sabe? De momento, Internet tiene pinta de ser eterno. ¿De verdad prefieres pasar por él como una brisa anónima en lugar de dejar una huella imborrable?
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