Bueno, pues ya se me acabaron los días libres y hay que volver a la rutina. Eso también implica volver a pillar el ritmo por aquí… y para ello nada mejor que esta clásica redacción del cole para ir estirando los músculos escritores. Porque cuánta razón tenía el maestro Carlos Plaza en el comentario del anterior post: qué rápido se acostumbra uno a la pasividad 😛
Rol
Este verano he estado bastante vaguete en este apartado. No he tocado absolutamente nada del blog y de mis proyectos, pero he podido leer por encima Magissa, el juego de rol para niños que se ha currado Edanna Dhae. Aún tengo que leérmelo a fondo y probarlo en la mesa, pero desde luego la pinta que tiene es estupenda y espero poder darle un tiento pronto.

Aparte de eso, lo más cerca que he estado de jugar a rol es cuando he estado narrando varias historias interactivas con mi Princesa, utilizando piedra-papel-tijera-lagarto-Spock en lugar de dados para darle emoción. Ehm… es que con el piedra-papel-tijera de toda la vida terminaba adivinando qué es lo que iba a sacar ella, y entonces no era tan divertido para mí.
Pero vamos, esta forma de resolución lleva utilizándose en el rol en vivo desde tiempos inmemoriales. Lo que he descubierto es que administrándola sabiamente he conseguido que mi Princesa dé saltitos de emoción en los momentos adecuados. Casi tan efectivo como la mítica frase «tira por iniciativa» :-P. Próximamente lo explicaré un poco más, que aunque no es nada del otro mundo siempre puede venirle bien a algún padre.
Literatura infantil
De momento os cuento que las historias interactivas estaban basadas en su gran pasión actual, los libros de Geronimo Stilton. Un auténtico bombazo, oiga. Su autora, la italiana Elisabetta Dami, ha conseguido hacer de la lectura algo divertido para los peques gracias a los dibujos comiqueros y, principalmente, las tipografías divertidas y muy expresivas que desbordan cada página de cada libro. Aquí tenéis un ejemplo para que os hagáis una idea.
Mi Princesa con 5 años ya se ha leído todos los del Reino de la Fantasía, que traen olores, y para estas vacaciones le compramos un par de libros más: Las aventuras del rey Arturo y Robin Hood, ambas versiones «ratonianas» de dos mitos clásicos y básicos para cualquier friki. Y como estaba intrigado por ver cómo los tratan en esta colección, los pillé prestados y me los leí en dos tardes.
El primero se basa en la versión de Malory (como el juego de rol Pendragón… ahí lo dejo :-P) y demuestra que aún queda una historia entretenida después de quitarle elementos clave. En el libro de Geronimo se elimina la simbología cristiana del Grial, no existe de la traición de Ginebra y Lanzarote, todos los enemigos se rinden ante Arturo reconociendo que tiene razón (incluido Mordred) y el rey acaba yéndose él mismo a Avalón simplemente porque ya ha cumplido su cometido. Vamos, que cualquier Arturófilo se retorcería de dolor… y lo gracioso es que la misma autora lo reconoce, ya que al final del propio libro hay un personaje que le señala al narrador que hay muchos cambios en la historia. ¿La respuesta? «Es cierto, porque cada escritor ha contado la leyenda a su manera». El equivalente a «Mis esculturas son tan personales que no tengo la obligación moral de explicarlas»
Sin embargo, el de Robin Hood (curiosamente basado en un libro de Alejandro Dumas) es el ejemplo contrario. Se quitan y añaden cosas también, pero la lectura se hace pesada y liosa, pasa de puntillas por las escenas de acción y mete flashbacks sin ton ni son… No sé, me pareció escandaloso que traten así al mito del arquero de Sherwood, habiendo demostrado con Arturo que se podía hacer mucho mejor.
La Espada de la Verdad
Aparte de esta incursión en la literatura infantil, me ha dado un enganchón muy fuerte con la saga de la Espada de la Verdad. Si habéis estado atentos al «Actualmente leyendo» de la barra lateral, habréis visto que antes de irme de vacaciones iba por el tercer volumen, «La piedra de las Lágrimas»… pues bien, actualmente voy por el noveno, «El espíritu del fuego».
Efectivamente, me he «bebido» seis libros. En cuatro semanas.
¿Por qué, si ya me vi la serie hace tiempo? Pues… supongo que por una combinación de factores. La serie ya esbozaba algunos de los rasgos que distinguen esta ambientación de los demás mundos de fantasía, como las magias tan originales de las Confesoras y de las Mord-sith, pero lógicamente en los libros se expanden y se añaden más conceptos.
Por ejemplo, toda la magia, incluyendo las que hemos visto, pertenece a la Magia de Suma (que crea cosas partiendo de algo ya existente, como una bola de fuego aglutinando el calor ambiental o cerrar las heridas acelerando la curación natural del cuerpo) o a la Magia de Resta (que fundamentalmente desintegra cosas, con lo que a priori no es tan versátil). Con estos mimbres se puede explicar prácticamente cualquier hechizo, incluso combinando ambas magias, lo que pide a gritos ser explotado a través algún reglamento rolero narrativista.
Además, me está resultando de lo más fascinante el punto de vista político que tiene el protagonista de la saga. Sin querer destripar mucho la historia, os contaré que el grueso de la narración transcurre en la Tierra Central, un territorio donde varios reinos y países coexisten gracias a una especie de Naciones Unidas con respaldo mágico (las Confesoras) que intermedia para que no haya guerras. A estas alturas de los libros el protagonista se ha hecho con el poder del mayor y más temido país de la zona, y hay un gran Imperio al sur que quiere conquistar a sangre y fuego la Tierra Central.
¿Y cómo se enfrenta el héroe a dicha amenaza? Pues decide que aquí lo que hace falta es un mando único. Y como se pierde mucho tiempo con diálogos, votaciones y maniobras políticas entre los países de la Tierra Central, va y ¡exige la rendición de todos los reinos al suyo!. Con un par. Si encima la lideresa de esas «Naciones Unidas» es la novia del héroe, la cual se convierte reina de otros dos países importantes por «casualidades del guión», pues es normal que el resto de países de la zona se vayan rindiendo a regañadientes.
Lo flipante es que el protagonista, lejos de ser uno de esos antihéroes que tanto proliferan hoy día, es el clásico paradigma de corazón puro, que valora la vida, hace lo que hace por el bien supremo, etc etc. Y vale que la mayoría de los nobles, diplomáticos y reyes de los países son retratados como gente egoísta y sin escrúpulos, pero me sigue pareciendo muy inquietante ver con qué facilidad se justifica una dictadura, aunque sea benévola, por encima del diálogo.

Eso sí, esto hace que sea muy muy sencillo convertirlo en un villano rolero con muchas posibilidades. Imagináoslo desde el punto de vista de unos PJs de a pie: «Vuestro rey acaba de rendir el país ante el nuevo emperador de D’Hara, un país contra cuyos ejércitos estabais luchando hace seis meses para evitar ser conquistados. La excusa es un tal imperio sureño que trata de conquistar todos los reinos de esta parte del mundo. ¿Qué hacéis?» Pues eso, leyendo esta saga tenéis perfectamente cubiertas todas las justificaciones del villano, tal vez suficientes como para plantear interesantes debates morales.
Por si fuera poco, el autor es un defensor bastante reconocido del Objetivismo, ese sistema filosófico que criticaba ferozmente Bioshock. Y aunque aquí el protagonista se aleja bastante de sus postulados básicos (sacrificándose varias veces por el bien común, lo contrario del egoísmo racional objetivista) parece ser que se irá acercando cada vez más hacia las ideas de Ayn Rand. Y francamente, tengo curiosidad por ver cómo va derivando la cosa hacia una utopía objetivista.
Lo dicho, muchas cosas que aderezan lo que a priori no deja de ser una «lectura de verano». El ritmo es adecuado, tiene su trama romántica con múltiples obstáculos, hay conceptos intrigantes y originales, bastante acción, mogollón de deus ex machina y protagonistas a los que puedes tomar cariño sabiendo que no te los matarán de repente. Ya sólo me quedan 11 libros por delante 😛
Como nota tecnofriki, me los he leído en la pantalla del Galaxy S2, utilizando Moon+ Reader Pro (tiene versión gratuita). Total, es el único cacharro que te llevas a todas partes, incluyendo la playa y la piscina, con lo que puedes aprovechar cualquier momento para leerte cuatro o cinco páginas en una sentada. Tal vez esto también explique la velocidad a la que me he devorado todos estos libros.
Resumiendo, un verano lleno de ocio pasivo. Lo cual hace más duro ponerse las pilas y volver a escribir, aunque sólo sean posts en un blog… pero bueno, lo intentaremos, lo intentaremos 😉
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