Hace tres meses nuestro fiel Citroën C5 decidió que ya era hora de que se le rompiera el embrague. 150.000 kilómetros, trece añazos… y un millón de historias que hemos vivido con él.

Es el coche que ha conocido mi Princesa desde que nació. El que transportó a los dos bebés a casa desde el hospital donde nacieron. También ha sufrido accidentes, el más grave aquel en el que se me llevó por delante un autobús. Pero sobrevivió a todos, más o menos renqueante, pero ahí siguió.

Y es verdad que no deja de ser una máquina, una herramienta. Pero no puedo evitar guardarle algo de afecto a aquel montón de chapas y tornillos. Sobre todo tras su último acto heroico: en mitad de la nevada más abundante en años, con el embrague tocado de muerte como estaba, me llevó hasta el taller donde lo iba a dejar… para terminar de romperse justo al aparcarlo delante de él. Como si hubiera querido evitarme el tener que llamar a una grúa. Snif…

Desactualizado desde el principio

Sin embargo, aunque su función principal (llevarnos de un lado a otro) la cumplió siempre a la perfección, es verdad que nuestro C5 estaba tecnológicamente desfasado prácticamente desde que salió del concesionario. Los coches empezaron a incorporar conexiones USB a finales de 2005… y nosotros nos lo habíamos comprado en marzo. Así que si queríamos escuchar música desde un USB la única alternativa eran estos chismes que aparecieron años después:

Igual cuando leéis esto resulta que este chisme ya es tecnología tan extraña como los teléfonos de disco, así que me explico. Se trata de una memoria USB para insertar en la toma del mechero del coche (sí, los coches llevaban un mechero eléctrico para encender los cigarrillos) que además emite en la frecuencia de radio FM que selecciones. Luego sólo hay que sintonizar la radio del coche a esa frecuencia y ya puedes escuchar los mp3 por los altavoces.

Esto tiene sus desventajas en ciudades como Madrid, donde casi todo el espectro de la Frecuencia Modulada está a reventar de emisoras y es muy difícil encontrar un hueco que no esté disputado por una o varias cadenas. Y aunque lo encuentres, al pasar cerca de Torrespaña las señales de radio se intensifican y causan muchísimas interferencias… así que este apaño tiene bastantes limitaciones en la capital.

Luego aparecieron los smartphones, y cuando pillé uno en 2011 y me hice fan incondicional del navegador Waze, empecé a utilizar unas sujecciones para el móvil como éstas:

El problema es que las pinzas que sujetan el móvil se acababan partiendo de tanto ponerlo y quitarlo. No fue hasta mucho después cuando llegó la versión con imán, muchísimo más cómoda:

Soporte imán.
Nota por si se pierde esta tecnología: ese imán redondo con patitas atrae la chapa cuadrada, que se coloca entre el móvil y su funda. La atracción es tan fuerte que el móvil se queda pegado firmemente sin dejar de ser muy cómodo de quitar y poner.

Es verdad que al principio temía que un campo magnético tan potente afectara de alguna manera al móvil, pero a día de hoy sigo empleándolo y no he tenido problema alguno.

Con los smartphones también llegaron las listas Spotify y los podcasts de Ivoox, perfectos para sustituir los soporíferos programas de la radio «normal» durante los atascos matinales. Y aunque al principio me tenía que conformar con escucharlos a través del altavoz del móvil y sufrir las calidades con las que graban algunos, recientemente nos habíamos pillado un chisme como éste:

Es un receptor de bluetooth que, como los USB de más arriba, se enchufa al mechero y emite a una frecuencia de FM, con los mismos inconvenientes que ya hemos visto.

Un montón de artilugios y cacharros, ¿eh? Pues hacían su función. Y recordar esto me sirvió para mirar con indiferencia las interminables listas de equipamiento opcional y chucherías tecnológicas que traen los coches de hoy en día. No sólo se quedarán obsoletos más temprano que tarde, es que seguro que irán sacando apaños como éstos para disfrutar las nuevas tecnologías que irán saliendo.

Valorando alternativas

Nuestro viejo C5 se tiró quince días en un aparcamiento mientras nos lo pensábamos. Siempre podíamos arreglar la avería, que bordeaba los 1.000 €… pero ya estábamos en esa fase que tienen todos los coches al final de su vida, de palmar pasta con visitas anuales o semestrales al taller. Así que todo indicaba que ya era el momento de jubilarlo y buscarle un sustituto.

Pero claro, un gasto (que no una inversión) de este calibre hay que pensárselo muy bien, sobre todo porque los coches me vienen durando alrededor de una década, y hay que tener en cuenta algunas circunstancias que bien podrían tener lugar en los próximos diez años.

Por ejemplo, todo parece indicar que cada vez habrá más presión sobre los vehículos de combustión, particularmente los diesel. Es verdad que el protocolo anti-contaminación del Ayuntamiento de Madrid nunca nos ha afectado directamente, ya que trabajo fuera de la capital, y desde hace años siempre vamos al centro en transporte público o coche eléctrico, pero tiene toda la pinta de que va a ir a más.

Lo que me parece una verdadera lástima es que a los coches eléctricos les quede todavía tiempo para considerarlos una opción seria… porque la verdad, soy un fan y me hubiera encantado hacerme ya con uno. Desde que probé un Smart de Car2Go me he ido apuntando a todas las plataformas de carsharing que han ido apareciendo: de momento Emov y Zity.

Y es que estos servicios no sólo son funcionales, sino que son la mejor publicidad que se le ha podido hacer al coche eléctrico. El verlos por todas partes de la ciudad los ha normalizado, mientras que a los usuarios nos han despejado todas las dudas que pudiéramos tener sobre ellos. Por ejemplo, ahora sé que no transmiten la sensación de ser un coche de juguete, sino que se sienten tan seguros como cualquier otro coche. Que son tan silenciosos que desde dentro sólo se escucha el rozamiento de las ruedas sobre el asfalto. Y a mí, que nunca me ha gustado conducir, me ha encantado ver lo práctico que es prescindir de los cambios de marchas manuales. E incluso me he dado el gustazo de pisar a fondo el acelerador tras un semáforo y dejar clavados a los coches «normales». Menuda capacidad de aceleración.

Pero claro, todavía hay un montón de impedimentos. No tengo garaje, así que ¿dónde lo recargo? Porque a día de hoy para recargarlos completamente hay que esperar un mínimo de 1 hora y media. Y aunque alquilara un garaje está el tema de los desplazamientos de verano. Habría que hacer una parada de ese tiempo cada 300 kilómetros, lo cual está muy bien… pero a día de hoy no estoy muy seguro de que las 126 «electrolineras» que hay en toda España cubran sin agobios esos desplazamientos.

Así que el futuro inmediato puede que sea prometedor, pero sigue siendo «futuro»… y nosotros necesitábamos un coche ahora.

Una solución a medio camino que me tenía más convencido son los híbridos. Toyota lleva fabricándolos un par de décadas, por lo que pensaba que a de hoy los tendrían mucho más perfeccionados que otras marcas que empiezan ahora con ellos. Estuve mirando precios de primera y segunda mano, leyendo reseñas y posibles problemas (el elevado ruido en los desplazamientos por carretera, por ejemplo) y tenía pensado acercarnos a un concesionario que tenemos a unos diez minutos para probar uno. Peeero… nunca llegamos a ir.

Y es que la primera mañana de sábado que pudimos dejar a los peques con abuelos nos dedicamos a recorrer todos los concesionarios Sinesio Delgado. Nada como probar los coches físicamente, subirse al asiento del piloto (aunque tuve que bajar al tope todos los que probé), comprobar el espacio de los asientos de atrás, ver maleteros, etc para formarse una opinión. Y claro, cuando tienes cinco concesionarios seguidos es muy fácil comparar modelos de marcas diferentes, porque ¡acabas de verlos todos!.

Así que comenzamos en el de Kia, y nos gustó el Carens. Pero el siguiente era el de Citroën… y ya no tuvimos escapatoria. Probamos el C4 Picasso que tenían en exposición y nos gustó tanto que en el resto de coches de Peugeot, Hyundai o Ford sólo veíamos lo que les faltaba respecto al Picasso. Así que nada, estaba claro que iba a ser otro Citroën más. Y van 4 😛

El C4 Picasso

A día de hoy, con unos meses ya de rodaje, ya puedo decir que estoy muy contento con el cambio.

Lo que más estoy disfrutando es la visibilidad que tengo ahora, con esa luna delantera que llega tan atrás y la cantidad de cristal que hay alrededor. ¡Puedo ver el cielo! Pero esto lo noto sobre todo cuando entro en un coche eléctrico, por ejemplo, y me encuentro con un techo tan bajo que me parece que estoy conduciendo un tanque. Es verdad que no le sacaré tanto provecho en días muy soleados, pero las mañanas y las tardes de estos meses tan lluviosos están siendo espectaculares.

Sobre el motor, si bien es uno de los más «cortitos» que tiene el modelo, de momento no tengo queja. No soy muy de correr, pero cuando he necesitado pisarle para salir rápidamente, el motor ha respondido perfectamente, tal vez porque le mete un turbo en ese momento o algo así. Lo del control de velocidad también tiene su punto en los desplazamientos más largos, aunque reconozco que el sistema Start & Stop apagándome el motor en cada semáforo me sigue poniendo un pelín nervioso… porque sigo sospechando a medias que esa leyenda urbana de que cuesta mucho más encender algo que mantenerlo al mínimo tiene que tener algo de razón.

Pero algo sí que debe funcionar, porque he notado una inmensa mejoría en cuanto a consumos. Con el C5 tenía que llenar el depósito cada dos semanas, y con éste he llegado a estar un mes entero sin repostar. El ordenador de a bordo dice que mi consumo medio en uso diario es 7,1 litros cada 100 kilómetros… lo cual, por cierto, está bastante lejos de los 6,3 que suelen poner por ahí.

Pero las mejoras que más nota la familia están atrás, claro. Para empezar, ahora tenemos cinco plazas reales, lo cual se nota cuando tenemos que llevar alguna abuela o pasajero extra. En el C5 mi Reina iba espachurrada cuando viajaba atrás, entre las dos sillitas. Ahora tiene espacio de verdad, con toda la amplitud del mundo… aunque ahora tiene más aún, ya que justo un par de semanas después de estrenarlo vimos que mi Princesa no necesitaba ni siquiera elevador y ahí va ahora, como una mayor.

Además, el suelo ya no tiene un bache en el centro, lo cual también da más amplitud. Y recientemente hemos descubierto que bajo las alfombrillas traseras se ocultan unos compartimentos que están ahí, por si los necesitamos…

Lo demás son detallitos sin importancia. Es cierto que estuve cuatro días repateándome con que no puedo conectar el móvil completamente con la radio, con lo que no podré experimentar de primera mano qué eso de Google Auto. Pero bueno, al menos esta radio ya integra el bluetooth y trae una toma USB, con lo que no hacen falta chismes extraños para escuchar podcasts a través de los altavoces del coche. Eso ya es una mejora notable.

Lo de la app que traen ahora todos los Citroën… bueno, sólo la he utilizado un par de veces. Extrae los datos del coche cuando conectas el móvil por bluetooth, y teóricamente me avisará cuando se aproximen las fechas y los kilometrajes de las revisiones (por cierto, que me han dicho que tengo que pasarlas una vez al año, como la ITV… vaya rollo). La única funcionalidad que me ha parecido curiosa es la posibilidad de meterle el precio del carburante para que te diga cuánto te ha costado cada viaje en euros. Gracias a eso ahora sé que los viajes de ida y vuelta al curro me salen por 2 euros y pico cada día, lo cual también tiene su utilidad.

Por cierto, un gran «ooooh» es que los Citroën ya no tienen la suspensión hidroactiva con los que podía regularse la altura de la carrocería respecto al suelo. Puede parecer una chorrada, pero esta característica nos sacó un par de veces de situaciones peliaguda por terrenos desiguales e incluso arena. Una pena.

Pero en fin, como decía, de momento estoy muy contento con este «cochecillo». Veremos si se porta tan bien como nuestro C5… aunque tiene el listón bastante alto.

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5 COMENTARIOS

  1. Yo tengo un Grand C4 Picasso (el 7 plazas) y coincido en que la luna delantera, tan amplia, es una gozada. Ojo, luego hace que ir en cualquier otro coche te de la sensación de ir «encajonado» xD. Pero bueno.

    Lo que no te he leído al final es si lo has pillado gasolina o diesel. Los Citroen tienen mejores motores diesel por lo general y el mío, de gasolina, sí que lo noto a veces en la potencia: el pobre pesa un huevo (sobre todo cuando meto a toda la familia y su equipaje) y en la cuesta de subida hacia el túnel de Guadarrama me pasan hasta las señoras mayores con su andador.

    Por lo demás… bueno, en 10 años creo que ya sí que te vas a comprar un eléctrico ;). Yo es probable que lo próximo sea un híbrido la verdad, para sustituir al segundo coche de la familia (Toyota Avensis) que ya va para los 13 años.

    • Exactamente, lo has descrito mejor que yo: es tan fácil acostumbrarse a tanta visibilidad que cuando conduces otro coche es casi agobiante.

      Cierto, no lo puse. Al final fue un gasolina, básicamente por lo que comentaba de las restricciones al diésel que se anuncian y que poco a poco se van explicitando, como hemos visto esta semana. Pero es verdad que aún no he subido esa fatídica cuesta… este verano nos enfrentaremos a ella y ¡veremos qué pasa! 😛

      Y ya me contarás qué tal va ese híbrido… aunque parece que en Julio va a haber ayudas para el eléctrico. Igual para entonces sí que compensa hacerse con uno.

  2. Ahora mismo os tengo mucha envidia a los dos. Llevo 6 meses intentando comprar una Grand C4 (de 2ª mano, obviamente) y no hay forma. Claro que no tener trabajo no ayuda precisamente. Y no vender mi otro coche tampoco. En fin, que me voy por las ramas. ¡Que yo también quiero un C4!

    • Ahora que lo dices, tampoco he comentado que estuve mirando el mercado de segunda mano en al respecto de los híbridos. Increíble cómo puede variar la cosa. Incluso estuve mirando eso de importar coches usados desde Alemania, que un compañero se pilló un Audi desde allí y tan contento. Pero claro, para coches más modestos como los C4 no hay tanta diferencia de precio como para que merezca la pena.

      En fin, maese, mucho ánimo y mucha suerte, tanto para lo de los coches como para lo del curro 😉

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