Vaya. Tenía esta entrada en la nevera desde que la escribí, en principio para participar en este concurso del Opinómetro que finalmente (y como preveía desde que se anunció) ganó Velasco. Pero dado que dentro de poco se estrena Águila Roja: La película, y que me he enterado gracias a Mario Grande de que la editorial Hidra ya ha sacado los librojuegos basados en el personaje, ¿qué mejor momento para que esta entrada vea la luz? Pues allá vamos.
No es fácil ser fan de Águila Roja, y menos en el mundillo friki. Cuando dices que sueles seguir la serie, te suelen mirar de soslayo, a veces dudando de si estás cuerdo o no. «¿Un Ninja en el siglo de Oro español? ¿Tramas propias de Médico de Familia? Tío, lo tuyo es grave». Entonces, para defenderte, echas mano de lo de siempre: Que si por fin echan una serie de aventuras en Televisión Española, que si al menos la gente se ha enganchado a las aventuras de un ninja en lugar de al enésimo culebrón…
Por lo menos uno se veía respaldado por las dos primeras temporadas, la primera con altibajos, pero la segunda un genial crescendo hasta la traca final. Podías recomendarlas sin que se te cayera la cara de vergüenza. Que no son la octava maravilla del mundo, pero al menos eran un producto bastante digno para lo que se hacía aquí en España.
Y entonces llega la tercera temporada, llena de promesas. Nos prometieron grandes momentos gracias al marido de Margarita, un tercer competidor con pocos escrúpulos. Nos prometieron más escenas de acción. Incluso nos prometieron meter en la misma serie Piratas y Ninjas, el meme más característico del mundillo friki, introduciendo a la hermana de Penélope haciendo de piratilla.

Mintieron vilmente.
Al gran personaje de Alberto San Juan se lo cepillaron en el segundo capítulo, tirando por la borda todas las posibilidades que habría tenido un enemigo que encima conoce la identidad del héroe. Y hubiera estado justificado si el resto de la temporada fuera tan absolutamente increíble que necesitaran todo el tiempo disponible para desarrollar las tramas agusto… pero qué va. Los cuatro episodios restantes son a cada cual más atroz, dedicándose a sacar a los secundarios llorando, siendo objeto de los más ridículos abusos y pasándolas bastante putas en general, mientras el protagonista de la serie se pasa los episodios arrinconado en una trama secundaria.
De vergüenza es especialmente el arco argumental del falso Fin del Mundo, que en cualquier otra serie hubiera sido un evento de primer orden y aquí fue un verdadero tostón. Al final no pasó de ser una excusa para renovar a los PNJs del servicio de la Marquesa. Ah sí, y para que la Marquesa llorase otra vez. Y otra. Y otra más. Santa Macumba, es un milagro que no se haya deshidratara Myriam Gallego con tanta lágrima.
Y no se queda ahí la cosa, no. Esta temporada es la única que tiene seis episodios en lugar de los 12 que han tenido las demás. No sé si cabrearme porque nos hayan colado esto como temporada o darles las gracias, porque esto se estaba convirtiendo en «Los infortunios de la Marquesa de Santillana». Aunque claro, con los últimos datos de audiencia, igual los gerifaltes interpretan que ése es el camino a seguir.
En fin, señores de Televisión Española: dejen de meter culebronismo barato en mi serie de aventuras. Y no llamen «temporada» a lo que es una «mitad de temporada». No todos somos unos borregos descerebrados.
Previamente:
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