Hala, ya está. Ya tengo todos los capítulos publicados de la saga de Geralt de Rivia, los libros Camino sin retorno y La tarde dorada y el artbook de The Witcher autografiados por el mismísimo Andrzej Sapkowski.
Acompañado de mi Princesa, mi Reina (que fue quien hizo estas fotos que acompañan el post. ¡Te quiero, mi Reina!) y mi señora madre, me acerqué a las 11.45 a la caseta número 38, de la librería «Estudio en Escarlata«. Cuál no sería mi sorpresa al encontrarme al otro lado de la calle a Sapkowski, acompañado de su traductor, Jose María Faraldo, que esperaban la hora de la firma. Ya había gente haciendo cola en la propia caseta, pero nadie le había reconocido. Así que tuve la oportunidad de acercarme a ellos e intercambiar un par de palabras con el creador de Geralt de Rivia antes de que se pusiera a firmar.
La verdad es que emociona acercarte a alguien cuyo trabajo admiras tanto, a la mente que creó todo lo que has leído, cuyos personajes has disfrutado. Al principio le noté un poco incómodo. No sé si fue por mi inglés más macarrónico que de costumbre, por su timidez natural, porque yo había interrumpido alguna conversación interesante o porque no está acostumbrado a que los fans le reconozcan fuera de Polonia. Si es por lo último, lo siento, sr. Sapkwoski pero va a tener usted que ir acostumbrándose, jajaja.
De la conversación que tuve con él me han quedado varias impresiones. Por ejemplo, que no le gusta el calor de España, prefiere quedarse con el viento helado de Polonia. O que es un friki redomado. Sí, yo tenía mis dudas, pero cuando le dije que había leído en algún sitio que había estado firmando libros en la Feria del Libro el fin de semana anterior, lo que respondió fue «No, yo no fui… a menos que un doppelgänger haya venido a firmar por mí».
Cuando le pregunté por las traducciones en inglés me respondió que estaba muy contento, que era un honor haber entrado en el mercado estadounidense de fantasía siendo un autor europeo. Yo le comenté que no me cabía duda de que sería también un éxito allí porque su obra era distinta, a lo que contestó que no había tenido más remedio que hacerla distinta porque el lector de fantasía de su país es muy exigente, y si quería vender tenía que adaptarse a esas exigencias. Pues desde aquí mi enhorabuena a los lectores polacos de fantasía.
Antes de que fuera a la caseta tuvo la deferencia de hacerse una foto conmigo y mi Princesa. Como le dije a Sapkowski: «Aquí una futura fan de su obra»
Esta foto me produce pensamientos contradictorios. Por una parte, me encantaría que Sapkowski fuera ampliamente conocido, su obra se lo merece. Pero si lo fuera, jamás podría haberme hecho esta foto con él… ¿quizás es por eso por lo que los roleros nos debatimos entre ser o no minoritarios?
Después de una breve espera le puse toda mi colección enfrente. La verdad es que se creo que lo flipó un poco, pero se puso manos a la obra con una leve sonrisa. Cuando llegó al Artbook del videojuego le pregunté si lo había probado, y respondió que él no jugaba a esas cosas. Había recibido una copia del mismo pero se lo pasó directamente a su hijo. Acabó firmándome el relato de «La tarde dorada», y parece que fue la primera vez que vio la edición española porque se quedó mirando los dibujillos. Al terminar le di las gracias por su trabajo y le animé a que siguiera con él, y con una amplia sonrisa me dijo que no tenía remedio porque era lo que hacía para trabajar y el ministro de cultura polaco se negaba a pagar su alquiler. Un cachondo.
La firma de Sapkowski es complicada de narices… no se lee su nombre. Pero ¡he aquí el documento gráfico que atestigua que lo que tengo en sus libros es su firma!
Cuando recogí los libros localicé a Jose María Faraldo y le pedí que también me los firmara. Creo que Faraldo sí que se sorprendió bastante más, y le expliqué que para mí era el mejor trabajo de traducción que había visto nunca. Sobre todo le alabé el tratamiento de los aldeanos y de la adaptación de las frases y los dichos populares, y me contó que se alegraba porque es un trabajo que no está reconocido ni pagado para todo el tiempo que se le dedica. Comentó que las editoriales grandes te pagaban una cantidad por la traducción y si te he visto no me acuerdo, como pasó con Matilde Horne, pero estaba muy contento con Bibliópolis y Alamut. Supongo que tendrá que ver también el que fuera el propio Faraldo quien descubriera a Sapkowski a la editorial.
Jose María, si ya te admiraba por tu trabajo, ahora también te admiro por lo majete que eres. ¡A tu salud!
Comentamos también el videojuego de The Witcher, para el cual le habían pedido permiso para utilizar algunas palabras para la traducción al castellano y poco más. Cuando le preguntamos por el último libro de Geralt, La Dama del Lago, respondió que iba a tardar en salir. Todavía lo estaba traduciendo y quería conseguir transmitir todo lo que Sapkowski había logrado en ese último libro. Decía que el autor había volcado todo su saber de la fantasía medieval, todo su ingenio en la última entrega del de Rivia, y necesitaba todo el tiempo posible para que impactara en castellano tanto como le impactó en polaco. No se atrevió a dar fechas, pero parece que como mínimo habrá que esperar a las Navidades. Aunque claro, después de que comentara que leerlo le había producido mucha añoranza por saber que era el último de Geralt… pues no me entra demasiada prisa.
Respecto a otras obras a seguir, recomendó la próxima entrega de la saga de «El códice Absoluto», de Feliks W. Kres, cuyo primer libro, La Frontera del Norte, no me entusiasmó demasiado… pero teniendo en cuenta quién me lo está recomendando, estoy más que dispuesto a creerle.
Y eso fue todo. Sigo pensando que deberíamos darle más bombo a nuestros traductores, que no se vean sorprendidos si los reconocemos por la calle o si les pedimos que nos firmen sus traducciones. Al fin y al cabo sin ellos no podríamos disfrutar de autores de otros países. Y qué queréis que os diga, se me hace muy cuesta arriba ponerme ahora a aprender polaco, jajaja.
Y ahora a pensar en el 10 de Julio. Aunque estoy seguro que ni de coña podré tener una conversación con Martin como la que tuve con Sapkowski.
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