Llevo desde la semana pasada un poco desilusionado con el fandom. Gracias a Netvibes estoy suscrito a unos sesenta o setenta blogs y sitios web de frikismo tanto nacionales como extranjeros, cuyas actualizaciones sigo casi a diario. Y hasta el momento me creía informado al detalle de todas las novedades, tendencias, movimientos y hallazgos que se producen en el mundillo.
Hasta el momento.
Porque resulta que la semana pasada los cines estrenan esto:

Que sí, que es una de esas pelis que no iré a ver por iniciativa propia… pero ¿cómo es posible que no haya oído hablar de la trilogía de libros que hay detrás con la cantidad de seguidores que tiene? Y la cosa tiene más delito aún porque la cosa va de vampiros… pensaba que los chicos que siguen el Mundo de Tinieblas nos harían alguna señal o algo.
El caso es que al parecer no soy el único al que todo esto ha pillado por sorpresa. ¿Acaso nos estamos volviendo tan viejos que estas cosas «de jóvenes» se nos pasan bajo el radar? No lo creo. En mi opinión el fallo ha sido que estamos descuidando la rama femenina del mundillo, y ésto es sólo el primer disparo de aviso.
Creo que la cosa me ha molestado sobre todo por la vertiente social de mi posición de friki. Sí, amiguitos, los frikis tenemos nuestra utilidad ahí fuera. Somos a los que recurren nuestros compañeros de trabajo cuando tienen alguna inquietud sobre las películas, videojuegos, libros y demás subcultura que siguen sus hijos. Y si nosotros no podemos responder sus preguntas ¿de dónde van a obtener un punto de vista objetivo? ¿Del País de las Tentaciones? Amos, hombre…
Así que no perdamos de vista estas corrientes del público adolescente juvenil, sobre todo cuando alcanzan una determinada magnitud. Al fin y al cabo, si una tipa ha sido capaz de forrarse fusionando Grease con Angel y los más manidos comics de supers ¿quién sabe si no seremos nosotros los siguientes en forrarnos?
Voy a seguir dándole vueltas a esto de La Tonta del Bote con Física y Química y Matrix…

Por ahí va la cosa, chatín, por ahí va… ya huelo los milloncejos.
(Imagen de Agentemoliente)






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