Terry Pratchett

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Supongo que el retardo con respecto a la fecha del suceso da alguna pista del jaleo que tengo últimamente. Pero aun llegando tan tarde, no podía dejar de dedicarle un pequeño homenaje a sir Terry Pratchett.

El pasado viernes 13 de marzo se fue el autor cuyo nombre más se repite en mi biblioteca. No recuerdo cómo llegué a él por primera vez, la verdad. Sería en alguna tienda de mi barrio, seducido por el tamaño y el precio de la edición de Plaza y Janés de El Color de la Magia.

Lo que sí recuerdo es haber pensado que, bueno, sus libros no estaban mal como lectura ligera. A fin de cuentas éste y los cuatro siguientes de la colección de P&J (La luz fantástica, Ritos Iguales, Mort y Rechicero) parecían no ser más que parodias sobre los clásicos temas medievales-fantásticos, similares al gran Groo. Pero fue con ¡Guardias! ¿guardias? cuando se me encendió la bombillita.

Sí, me costó pillarlo. Hasta entonces pensaba que la fantasía medieval estaba limitada a ser puro escapismo, pero Pratchett me estaba demostrando que el género podía aguantar perfectamente cosas que sólo había visto en la ciencia-ficción. ¿Crítica social? Venga. ¿Reflexiones filosóficas válidas para el día a día? Por supuesto. ¿Temas propios de otros géneros, como la novela negra? Adelante. ¿Humor cínico e iconoclasta? En cantidades industriales. Y todo mezclado en un cóctel que se lee en un pispás, aderezado con personajes inolvidables… y servido por un narrador que también es un personaje por derecho propio, con su inigualable forma de sacarle punta a los conceptos y esas citas que tanto se mencionan en las redes sociales. En cierto modo, sir Pratchett fue para mí el indicador de que la literatura fantástica estaba saliendo de los clichés de siempre y por fin maduraba, algo que me confirmaron posteriormente las obras de Sapkowski y George R.R. Martin.

Eso sí, tengo que decir que no me gusta todo el Mundodisco. Hay libros que me parecen brillantes, como Dioses menores, pero también hay muchos que son «pshe» y alguno que me ha aburrido soberanamente, como El país del fin del mundo. Y aun así, incluso los que me aburrieron dejaban alguna perla de sabiduría o algún pensamiento interesante.

Sin embargo, el viernes pasado no sólo me sentí triste porque ya no habría más libros suyos. Lo sentí porque, entre otras cosas, él me ha enseñado …

– Que la magia tiene un color propio e indescriptible.

– A ver las cosas desde otro punto de vista, forzando y retorciendo los conceptos hasta que supliquen de dolor. ¿Qué será lo contrario de la luz? La oscuridad no lo es, porque es la ausencia de luz…

– Que habría que probar a legislar y regular algunas actividades que, aun siendo ilegales, se han efectuado a lo largo de la historia de la humanidad, incluso en tiempos con religiones y esquemas morales mucho más represivas que la actual. Vale, los combates de gladiadores entre presos «inrreinsertables» serían demasiado aberrantes… aunque, mira tú por donde, el gobierno de España ya ha metido el tráfico de drogas y la prostitución en el cálculo del PIB con todo el morro. Supongo que ponerse en serio a regularlos ya es otro cantar.

– Su concepto de que los magos tienden a ser científicos. De hecho lo he interiorizado de tal forma que no le pillo el punto a algunos de los no-muertos de D&D, como ya dije en otra ocasión.

– La cabezología de sus Brujas, que a veces he utilizado ^.^

– Que «Ojalá vivas en tiempos interesantes» es una excelente maldición china. Y que me encantaría llegar a los niveles épicos de Cohen el Bárbaro con las mismas ganas de montar gresca y mis compañeros al lado, aunque vayamos en silla de ruedas.

– Que los golems de piedra, y en general cualquier forma de vida basada en el silicio, funcionan mejor en ambientes fríos.

– Que en narrativa las probabilidades de una entre un millón salen bien nueve de cada diez veces. Mientras tengas Puntos de Héroe, Destino o similar… ^.^

– A apreciar y disfrutar de ese tipo de humor irreverente, disparatado e inteligente a la vez, al que también me han predispuesto J.H. Brennan y S. John Ross, entre otros.

Es decir, en cierta medida él ha contribuido a que yo sea así, como soy ahora. Y si echo la vista atrás, su huella se puede sentir en buena parte de los artículos del blog.

Incluso en sus últimos momentos me ha enseñado algo. Jamás había visto una forma tan elegante de despedirse en una red social:

Descanse en paz, señor Pratchett. Y sepa que, en este mundo, ha cambiado un montón de cosas. Incluyéndome a mí.

Shaking hands with Death, de la artista Sandara (click para ir a su Deviantart)
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4 COMENTARIOS

  1. Amen hermano. No podia estar mas de acuerdo.

    El viernes, cuando me enteré de la noticia, sentí una pena como nunca había sentido por la muerte de un desconocido.

    Luego me di cuenta de que no era un desconocido, es mas, sus libros me habían ayudado a conocerme mejor a mi mismo y a entender un poco mejor el mundo que nos ha tocado.

    Lo dicho se ha ido un grande.

  2. […] Prefiero ahorraros el clásico chorreo sobre datos objetivos como fechas de publicación, etc. Pero por si no concebís un artículo sin esos datos, tranquilos, que aquí os dejo unos enlaces sobre la colección y sobre el autor, J. H. Brennan. Así me centro en lo que quería contar: que esos cuatro primeros libros condicionaron para siempre mi visión sobre el mito artúrico… y también mi sentido del humor, como ya comentaba en mi despedida al maestro Terry Pratchett. […]

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