¿Ese dibujo de un señor sonriente de pelo ensortijado y barba, cerca mi sobrenombre? Es Greg Stafford.

Se trata de un retrato suyo que aparecía como huevo de pascua en el videojuego King of Dragon Pass original. Lo elegí como avatar de Erekíbeon Barbagrís cuando comencé con esta personalidad internetera, y en todos estos años siempre lo he llevado conmigo por todos los sitios web que he frecuentado. Y ¿por qué un retrato suyo, en lugar de cualquier otro autor de rol?

Pues porque aunque el D&D Básico fue mi entrada y mi infancia rolera, el RuneQuest de Stafford fue mi adolescencia en este hobby. Y ya sabéis cómo son las adolescencias en cualquier ámbito de la vida. Los primeros amores, los primeros odios, renegar de tus orígenes… Sólo diré que los manuales de Advanced Dungeons & Dragons que poseo no son de la primera edición que sacó Zinco.

Sin embargo, nunca he sido un gloranthano hardcore, sino más bien de «nivel usuario». No ha sido hasta fechas muy recientes cuando he picoteado un poco más en este mundo creado enteramente por él, y en la filosofía/mitología que lleva detrás. Y es que hay cosas que instintivamente sabes que no vas a apreciar en todos sus matices hasta que no tengas cierto bagaje detrás, y eso me pasaba (y me sigue pasando, en cierta medida) con Glorantha.

Bueno, con Glorantha y con prácticamente el resto de la obra del señor Stafford. Por ejemplo, recuerdo haber hojeado con cierto aire de suficiencia aquel Príncipe Valiente que habitaba permanentemente una de las estanterías del Baluarte, la tienda rolera que frecuentaba entonces. ¿Un juego de rol tan fino? ¿Con un sistema basado en tirar monedas? Por favor… Y a continuación dejarlo con una risilla casi de desprecio para ir corriendo a abrir el Maximum Metal de Cyberpunk 2020. Que eso sí que era «rol de verdad».

Otro momento más para cuando el DeLorean.

Sin embargo, hace diez años lo redescubrí y flipé. Tantísimo material jugable en apenas 120 páginas, gracias a un sistema tan minimalista que se explica en dos patadas sin dejar de casar perfectamente con la ambientación. Y mira por dónde, a día de hoy en mi librería habitan dos ejemplares en castellano y esa nueva edición procedente de aquel Kickstarter tan accidentado.

Sin duda John Wick exagera cuando dice que «Si crees que te has inventado una mecánica ingeniosa, Greg Stafford ya la había inventado antes». Pero cuando afirma que «Si juegas a rol, le debes algo a Greg Stafford»… eso se aplica tal cual a mi persona. Y es que según mis gustos han evolucionado y me han ido atrayendo otro tipo de mecánicas y de juegos, casi siempre he descubierto su influencia tras ellos. Todavía recuerdo el sorpresón que me supuso descubrir que entre los autores de Los Cazafantasmas, el origen del mismísimo sistema D6, estaba también el señor Stafford…

Así que cómo no iba a poner en un pedestal a alguien capaz de elaborar prácticamente en solitario un juego tan complejo y tan rico en detalles como Pendragón y su Gran Campaña (su obra maestra) y que a la vez no tiene ningún reparo en arremangarse e implicarse en juegos ligerísimos y/o llenos de humor. Salvando quizás a Sandy Petersen, su cómplice habitual, creo que ningún otro diseñador de su quinta era tan versátil.

Y hablando de humor, no tengo ni idea de cómo era en realidad. Pero siempre me dio la impresión de que alguien tan discreto y a la vez capaz de publicar fotos suyas de esta guisa:

Stafford perseguido por t-rex
Juro que tengo fotos iguales en Faunia.

Stafford cubierto de dibujos de patos

… tenía que ser un tipo excelente para tomarse unas cañas.

En fin. Tenía ya 70 años, pero como no se le conocían problemas de salud, la noticia de su partida me pilló completamente por sorpresa. Tiene un punto poético que se marchara probablemente durante uno de los rituales chamánicos que solía practicar, como apunta Carlos de la Cruz. Y en otra época me hubiera permitido imaginar que en realidad Mr. Stafford ha dejado atrás su envoltorio mortal y se encuentra en el Plano Espiritual, quién sabe si en forma de un Espíritu de las Runas o algo similar…

Pero hoy día no puedo evitar sentirme un poco más huérfano en este hobby. Y llevar su efigie como avatar o dedicarle estas palabras se me siguen antojando un pequeñísimo homenaje comparado con todo lo que su obra ha significado para mí.

Descansa en paz, maestro. Y muchísimas gracias por tantos buenos ratos, tantos recuerdos y tantísimo de todo que me has dejado.

5 COMENTARIOS

  1. Creo que El Príncipe Valiente es el juego de rol que más veteranos hemos «re-descubierto» al volver a leerlo con los años (aunque sólo fuese para reseñarlo como curiosidad).

    Dentro de la desgracia que es su muerte, a mí por lo menos me alegra ver que fue alguien importante para nosotros en lo tocante a nuestro hobby y que además muchos éramos conscientes de ello.

    • Toda la razón, maese Max. Hay que ver cuántos panegíricos sobre él he leído… y cuántos han sido en castellano. Más de los que pensaba.

      Lo cual, por cierto, también me ha servido para añadir unos cuantos blogs a mi lista de «seguidos». Nada como leer a otros hermanos para sentirse un poco menos huérfano.

  2. Para mí ha sido una persona absolutamente influyente en mi vida, y eso que solo intercambiamos un par de correos. En su momento me dijo que le pareció muy divertido leer la historia de la Gran Campaña de Pendragón en español (sabía hablar y leer español suficientemente bien) en mi blog. Y oye, eso anima.
    Como ya he dicho en otros lugares, lo mejor de Stafford fue que nos enseñó nuevos caminos. Los recorrió por su cuenta y su figura es un poco extraña, como la de alguien que no es de este mundo, alguien que sabe cosas misteriosas; un chamán. Y como los buenos chamanes, encontró caminos no hollados, los exploró y volvió con nosotros con un tesoro desde el Otro Lado. Nunca se lo podré agradecer lo suficiente.

  3. Sí, he leído que se pasó un par de años viviendo en México, así que supongo que se le quedaría algo de español. Pero vamos, eso de conservar unos cuantos mails de él… yo los imprimía y no sé si los enmarcaría, pero los guardaría dentro del libraco de la Gran Campaña. Aunque no sé por qué, me da a mí que algo así ya habrás hecho, jejeje.

    Y vaya si nos enseñó nuevos caminos, no sólo en sus grandes obras, sino también en las pequeñas que no se suelen mencionar. Pero no me da la sensación de que fuera un chamán solitario que trae una verdad bajo el brazo. Casi siempre su nombre aparece en los libros rodeado de colaboradores y amigos, lo cual (y tal vez estoy extrapolando demasiado) me sugiere que le encantaba compartir, contrastar y construir en común. Todo un modelo a seguir para mí.

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