Creo que mi sueño se ha hecho realidad unos cuantos años antes de lo que pensaba. ¿Os imagináis lo guay que sería tener un máster esperándote en casa a que vuelvas del trabajo, ansioso por retomar la aventura que estáis jugando?
Pues eso he tenido yo durante los cinco últimos días.
Habrá quien hubiera preferido seguir las aventuras de un bárbaro con hacha de dos manos en un mundo de fantasía medieval… pero oye, al tiempo, que seguro que llegará. De momento no ha estado mal seguir las aventuras de Micifú, un gatito feo y mal hecho con poderes de hipnosis:
y un gatito muy cuqui llamado Gatito Vagoneta…
que cada vez tenía más y más poderes en su ficha:
Y cada tarde hemos visitado diferentes localizaciones. Comenzamos las aventuras en nuestro propio barrio, siendo dos gatitos callejeros adoptados por un niño que iba al cole del PequePirata, pero a medida que pasaba la semana nos fuimos yendo más y más hacia la ambientación de Gatitos Mágicos, acabando en una casa de Villa Río.
¿Y las aventuras? Pues de lo más variadas, algunas de varias tardes de duración.
- Conseguimos que un abusón (Nico) dejara en paz a nuestro amo (Antonio), sin que nadie supiera que habían sido los poderes mágicos de nuestros gatitos.
- Detuvimos una auténtica invasión de momias que transformaban a la gente, lideradas por madame Momia… que al final resultó ser un tipo en pañales que lanzaba rollos de papel higiénico. Cosas de magia.
- Investigamos una plaga de gatitos fantasma, que descubrimos que estaban a las órdenes del fantasma de un niño que vivía en lo que había sido un restaurante. Sí, lo habéis adivinado, fue un restaurante que había servido carne de gato.
Lo mejor es que era el propio PequePirata el que venía corriendo a decirme «¿Seguimos jugando, papá?» en cuanto yo atravesaba la puerta de casa. Eso sí, siempre insistiendo en que él era el Director de Juego, claro. Y luego me enteraba que se había pasado la tarde desde que había vuelto del cole leyendo el libreto (con lo mucho que le cuesta coger un libro), buscando inspiración para la siguiente aventura. De ahí sospecho que salieron detalles como Madame Momia… y digo «sospecho» porque aún no me ha dejado leerme el libro, así que no lo sé con certeza.
Puede que su motivación fuera que su minino ganara más y más puntos de experiencia para que crecieran sus poderes en esa lista que habéis visto… pero aun así ha sido impagable pasar esas tardes con él, imaginando aventuras, riéndonos a carcajadas y descubriendo juntos qué ocurría después de cada giro de guión que se le ocurría.
Ya sólo por eso, gracias, Gatitos Mágicos.
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